La pérdida auditiva ya no es exclusiva de personas mayores. El uso intensivo de dispositivos de audio, la exposición continua al ruido en entornos urbanos o laborales y la falta de conciencia preventiva están provocando que cada vez más jóvenes y adultos de mediana edad sufran problemas de audición sin saberlo.
La pérdida auditiva crece entre los jóvenes y adultos de mediana edad
La pérdida auditiva no siempre se percibe como una disminución evidente del sonido

FOTO: Alex Shuper vía Unsplash
Según EuroTrak España 2023, más de cuatro millones de personas conviven con pérdida auditiva en el país, pero más del 60% no utiliza audífonos. El estigma, la normalización de los síntomas y la ausencia de revisiones explican que, de media, se tarde entre siete y diez años en buscar una solución.
“Estamos viendo cada vez más casos de adultos jóvenes con pérdida auditiva leve o moderada asociada al uso prolongado de auriculares, a la exposición laboral sin protección o a hábitos sociales como acudir con frecuencia a conciertos y locales con música elevada. El oído se resiente con el tiempo, y el daño no siempre es reversible”, señala Ingrid Rubio, directora de Audiología de Aural Centros Auditivos.
La Organización Mundial de la Salud estima que más de mil millones de jóvenes en todo el mundo podrían estar en riesgo de pérdida auditiva por hábitos de escucha poco seguros. Escuchar música a más de 85 dB durante más de una hora al día puede provocar daños en el oído interno si se mantiene de forma prolongada.
Desde Aural recuerdan que la pérdida auditiva no siempre se percibe como una disminución evidente del sonido. Síntomas como fatiga mental, dificultad para seguir conversaciones o molestias en ambientes ruidosos pueden pasar inadvertidos y retrasar el diagnóstico.
Algunas señales de alerta son la dificultad para seguir conversaciones con ruido de fondo, necesidad de subir el volumen de dispositivos, sensación de oído taponado, zumbidos o cansancio tras largas reuniones.
Aural recomienda revisiones auditivas periódicas a partir de los 50 años, o antes si existen síntomas, uso intensivo de auriculares o exposición constante al ruido. Una detección precoz permite actuar a tiempo y evitar que una pérdida leve afecte a la comunicación, la vida social o la salud cognitiva.

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